Una paseo en barca en una laguna vestida por hermosos nenúfares, un baño en una quebrada de aguas cristalinas o un delicioso paseo a caballo por bosques de robles son algunas de las actividades de las que podrás disfrutar en el singular Hotel Rural: “Raquira Silvestre”. Una propuesta para un turismo alternativo, diferente y necesario.
Soy española y llevo viviendo en Colombia cuatro años. Boyacá no es uno de los destinos más turísticos del país como sí lo es Cartagena o las piscinas de Melgar. Sin embargo representa culturalmente uno de los corazones más auténticos, silenciosos y bellos de la Colombia profunda. Este departamento se caracteriza por tener un clima soleado sin llegar a ser demasiado caluroso, una deliciosa gastronomía llena de productos naturales con mucho sabor, y unos pueblos muy bellos, enmarcados en un paisaje colombiano de una hermosura inconmensurable.
Manjares de la cocina del campo boyacense
Este curioso alojamiento rural dispone de una casona principal donde está la cocina, el comedor con un par de chimeneas que cada noche se encienden y una zona de juegos de mesa y descanso. A mi hija y a mi nos encantaba levantarnos temprano, echarnos la ruana por encima e irnos a la cocina con las maestras culinarias, mujeres campesinas de la zona, quienes preparaban deliciosos manjares cada día. Ellas siempre nos ofrecían un chocolate a mi hija, un buen tinto y una cálida charla.
La gente boyacense suele ser más bien reservada pero muy sencilla y humana. Me encanta provocar la conversación con pequeños temas universales, preguntar y contarles cosas para que las personas a su vez se abran a narrarme sus verdades, sus vidas diarias, sus gustos, su cultura y hábitos en definitiva.
El arrullo del canto de las ranas en la noche
Para dormir puedes quedarte en casitas de madera que parecen sacadas de un cuento o en unas curiosas tiendas de campaña gigantes provenientes del ejército americano y que ahora tienen un mejor uso. Son llamadas glamping. Nosotros nos quedamos en el glamping más pequeño y era bien grande. En su interior encontramos dos preciosos camarotes de madera con escaleritas. Ambos encajaban como dos piezas de un puzzle. Ideales para convertirse en el laberinto del sueño de mi hija quien no dudo en treparlos, recorrerlos y pasarse de uno a otro miles de veces. También había una cama de matrimonio. Todas las camas eran super confortables.
Nuestro glamping se encontraba pegado a una laguna, que pertenece a "Ráquira Silvestre" y por las noches teníamos un concierto de ranas que nos arrullaba hasta caer rendidos en los brazos de Morfeo. Eran muchísimas ranas las que croaban con una preciosa melodía orquestada cada luna. El espectacular y poético canto de las ranas fue para nosotras uno de los recuerdos más hermosos del viaje.
Los baños que dan servicio al glamping o a la zona de tiendas de campaña se encuentran muy cerca y están siempre muy bien aseados. Han sido construidos de manera ecológica, las paredes son de rocas y las puertas de madera rústica. Recomiendo una buena ducha en ese habitáculo de grandes piedras con un gran caño de agua dulce que te resucita y te conecta de una con la madre naturaleza.
Las lagunas, lugares sagrados de los Muiscas
La laguna es bastante grande y puedes bañarte o pasear en una barca de remos que hay para este propósito. Disfrutamos de un paseo en barca, atravesamos nenúfares, aprendimos a manejar los remos y tomamos el sol en un pequeño muelle de madera tupido de papiros. La laguna le da a este espacio un matiz muy especial. La población indígena ancestral de este entorno consideraba las lagunas sus templos sagrados, pues en torno a ellas se reunían para sus rituales. Contemplar la laguna sagrada fue otro de los grandes placeres de este paseo.
Uno de los dueños del alojamiento es un gran entendido de los caballos. Poseen unos doce caballos a los que cuidan con esmero y que hacen las delicias de sus visitantes en largos paseos para reconocer el paisaje y visitar todos los recovecos naturales del lugar. Mi hija pequeña de cinco años montó por primera vez en una yegua llamada “Mariposa” y aunque al principio tenía mucho miedo terminó encantada acariciándole su larga cabellera blanca.
También bajamos a la quebrada, o lo que nosotros llamamos riachuelo. Agua fría y cristalina se deslizaba por entre enormes piedras en mitad de un bosque. Llevábamos flotadores pero el agua no nos pasaba de la rodilla, no era lo suficiente caudaloso como para usar aquellos. Hay muchos otros tramos de la quebrada que visitar con diferentes profundidades. Andamos por el río, nos bañamos, y observamos la posibilidad de encontrarnos algún pez.
Había una cascada bastante cerca que nos recomendaron pero no llegamos a visitar. Había que caminar un par de kilómetros y con la niña era complicado. Finalmente pasamos mucho tiempo contemplando, pintando en acuarelas, mirando animalitos y jugando.
Otro detalle encantador que marca la diferencia de este hotel rural es su propuesta de turismo educativo a través de actividades que dan a conocer oficios y tradiciones de esta comarca: taller de excavación arqueológica, taller de fique, taller de adobe, taller de cerámica en Ráquira o taller de tagüa.
Por las noches podrás disfrutar de una cálida fogata bajo la luz de la luna. Nosotros no solíamos aguantar a la fogata porque siempre acabábamos el día rendidos con la pequeña. Pero es una forma ideal de disfrutar la noche en la naturaleza.
Cerca de “Ráquira Silvestre” se encuentran las poblaciones de Villa De Leyva y Ráquira. La primera es de una exquisita arquitectura colonial y la segunda destaca por sus artesanías. Son dos paseos obligatorios si visitas esta zona. Para mi esta zona no es tan salvaje como el Amazonas o Santa Marta, no es tan turística como Cartagena, no es tan atractiva como las zonas calientes de toboganes de piscinas de Girardot pero sí representa esa Colombia campesina, silenciosa, cálida, más oculta que aguarda ser descubierta. No dejes de visitarla.
Hostal Ráquira Silvestre
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Celular: (+57) 310 8736159 ó (+57) 310 8736177