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"Se llamaban los Billis de Unicentro" de Felipe Mercado Rico: rumbea mucho, vive rápido y estréllate contra el asfalto bogotano
Las historias de la vida cotidiana en las ciudades forman parte de la memoria, privada y colectiva, de un grupo social. Son historias, relatos, que hay que contar pues enriquecen la mirada al pasado y forman parte de lo que somos, por eso es bueno conocerlas.
Quienes fuimos adolescentes en la década de los 80, y llegamos a vivir al norte de Bogotá, un día descubrimos que "ser Billi" era un asunto de estética y de actitud. La estética siempre atractiva, la actitud no tanto.
Eran otras épocas, otras condiciones de vida en la ciudad que marcaron la entrada y desarrollo de los años 80, de la mano del surgimiento de una nueva generación de jóvenes que tarde o temprano se tomó las calles, los parques, los barrios, los colegios, las discotecas, los bares, los bazares, las fiestas, los centros comerciales. Fue antes de internet, de los celulares, de los smartphones, de las redes sociales. Fuimos la generación que comenzó la ola digital que se tomó el mundo, pero éramos analógicos.